VII

Un mundo múltiple e inmanente, a solas consigo mismo, es difícil de asumir y soportar, muro impenetrable, no responde a nuestras suplicas, guarda silencio ante las cuestiones que una humanidad desconsolada formula sin descanso a través de la historia, en todos los tiempos y lugares. Los encuentros al azar, el vislumbre de una posible relación, siempre aparece bajo el signo de una multitud que no se define en términos de unidad, igualdad o identidad; la pauta de unión rehuye los efectos de una proximidad inducida, una inhibición lateral que malogra las relaciones interiores, de cara a constituir la multitud, y exteriores, dirigidas al encuentro con lo múltiple, y se funda en la soledad más absoluta y la fábula. Una banda de corazones solitarios, frente a un mundo real, mudo y nudo, imposible de identificar, punto de fuga que huye al infinito, no tiene más remedio que generar en respuesta una nube densa de fabulaciones, mitos y transposiciones, a modo de valla de seguridad en precario equilibrio, al borde del abismo, y horizonte de sentido en el que se proyecta, alucinación colectiva.